EL EDIFICIO: PLANTA Y NAVES

 

PLANTA: Fundación Santa Mª la Real (https://www.santamarialareal.org)

Un documento del siglo XVIII describía al Priorato de Santa Cruz como el más abundante que se encuentra en Castilla para pan y otras semillas: tiene un frondoso soto, muchas y abundantes huertas, dos molinos y  dos pisones, ….


El centro de ese conjunto lo constituía la iglesia actual, que tenía adosada a su muro sur una serie de dependencias, de las que sólo se conservan la sacristía, la torre y la sala capitular, mientras que otras, como el claustro, han desaparecido.




Mª Teresa López de Guereño, la principal especialista sobre arquitectura premostratense (es posible acceder a sus publicaciones desde la pestaña superior ASOCIACIÓN > WEB AMIGAS), defiende la idea de la existencia de una construcción de época anterior a la llegada de esta Orden, que sería modificada y ampliada en la nueva etapa. Ello explicaría la existencia de elementos claramente románicos (por ejemplo las paredes de la sala capitular, que en esa primera etapa estaría cubierta por madera) o el carácter saliente y falta de alineación de la cabecera actual (que habría sustituido a otra anterior, de la que no tenemos restos) y la panda oriental del claustro.


Teniendo en cuenta que de aquella obra sólo habrían llegado hasta nosotros algunos restos, la iglesia que visitamos en la actualidad sería resultado de dos nuevas etapas constructivas. Una inicial, a comienzos del siglo XIII, en la que se levantó un edificio de cruz latina con una sola nave en el que resultaba evidente la influencia de la todopoderosa orden del Císter. Sus rasgos estarían próximos a los de la iglesia del monasterio femenino de San Andrés de Arroyo, en el norte de la provincia. A esta fase corresponden la cabecera y el transepto en el edificio actual.



Y una segunda etapa, correspondiente al siglo XV e inicios del XVI, en la que ese diseño cambió al llevarse a cabo una profunda reforma que debía dotarle de tres naves y modificar el abovedamiento. El resultado de ella es la iglesia que ahora visitamos, aunque presenta ciertas diferencias de la probablemente proyectada.

 

Ello es debido a que, en la práctica, se añadió sólo una nave nueva de dos tramos, en el lado del Evangelio o norte. Por el contrario, la construcción del cuerpo inferior de la torre, a la que se puede acceder por una escalera de caracol cuya entrada se abre en el muro sur, y de algunas dependencias monacales, impidió la construcción de la nave de la Epístola que hubiera completado la planta. Ello provoca la observable disimetría del conjunto y el desplazamiento de la puerta principal situada a los pies del edificio con respecto al eje de la nave central, algo que sólo resulta visible desde el interior.


Respecto a las cubiertas, mientras se construían las bóvedas de terceletes que vemos en la nave del Evangelio y extremos del transepto, se procedió también a la sustitución de la del crucero y de las de la antigua nave central por las actuales estrelladas, apoyadas en soportes que integran restos de los muros anteriormente existentes. 

 


La arquitectura de esta zona de las naves se completa con una interesante decoración escultórica localizada en capiteles y ménsulas que se recubren de formas vegetales de influencia cisterciense, junto a otros en los que aparecen figuras que los premostratenses no rechazaron nunca: a veces son seres mitológicos o salvajes, otras ángeles y hombres. 



Por su parte las claves de las bóvedas están decoradas con motivos heráldicos como las calderas, la banda con orla de cadenas o las hojas en forma de corazón conocidas como panelas, que se asocian a varios linajes de ricoshombres castellanos que actuarían como patronos del monasterio. Incluso se reconoce la cruz de la Orden del Santo Sepulcro. Todos esos trabajos debieron ser realizados por diferentes talleres y es posible que alguno de esos elementos fuera traído del norte de la provincia, ya acabado o simplemente desbastado.




Aunque el edificio debió ser restaurado en diferentes ocasiones, como atestigua una de las claves de la nave del Evangelio donde se lee 1897, el abandono sufrido durante la segunda mitad del siglo XX hizo que perdiera sus retablos, el púlpito y la tarima, debajo de la cual aparecieron algunos enterramientos que también han sido expoliados. Sorprende que nadie hiciera nada por evitar todo ello, pese a estar reconocido como Monumento Histórico-Artístico desde 1931.


FOTOGRAFÍAS: ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL MONASTERIO DE SANTA CRUZ DE LA ZARZA



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