EL EDIFICIO: LA CABECERA

 

PLANTA: Fundación Santa Mª la Real (https://www.santamarialareal.org)

A diferencia de los monjes de las órdenes religiosas que basaron su vida en la regla benedictina resumida en el “ora et labora”, los canónigos premostratenses mostraron además una gran preocupación por la predicación y la atención a los fieles que vivían en las granjas y alrededores de sus monasterios, ayudando también a los necesitados y atendiendo a los peregrinos.

En la iglesia que visitamos, esos fieles ocuparían las naves durante las celebraciones en las que participaban. Por el contrario, la cabecera se reservaba a la comunidad monástica. En ella, de acuerdo con la regla, los monjes cumplían diariamente con el rezo de las horas canónicas que organizaban su vida: Maitines a media noche; Laudes al amanecer; Prima y Tercia por la mañana; Sexta a mediodía, Nona sobre las tres de la tarde, Vísperas cuando empieza a anochecer; y Completas antes de acostarse. La Regla establecía también la celebración de misas particulares, además de una misa de difuntos y otra conventual.



El canto de las oraciones resonaría en esta cabecera, levantada en el siglo XIII por canteros que han dejado sus marcas, aún observables, en los sillares de los muros. Se organiza en tres ábsides y queda orientada hacia el este, como es norma, para que los primeros rayos de sol de la mañana atraviesen las ventanas y la iluminen, como símbolo de la presencia divina. Recordemos que como afirmaba el propio Jesús en el Evangelio de San Juan, Él es “la luz del mundo”. 



Los ábsides laterales son de menor tamaño y altura, tienen planta cuadrada, y se cubren por bóvedas de crucería simple, aún muy arcaicas. En el muro de cada uno de ellos encontramos excavada una “credencia” o hueco donde se ubicaría un armario litúrgico.



Por su parte, el ábside central es más alto y ancho. Su profundidad es también mayor al estar precedido por un presbiterio rectangular donde la bóveda sexpartita habla ya de una evolución sobre las de los ábsides laterales. Bajo ella se sitúa el altar y en uno de los muros encontramos otra credencia que permitiría guardar los objetos de culto.




El diseño pentagonal de este ábside recuerda al de la cabecera del monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, con columnas adosadas que dividen al muro en cinco paños rasgados por estrechas ventanas apuntadas. Cada una de esas columnas se prolonga en uno de los nervios que recorren la bóveda hasta converger en la preciosa clave con decoración vegetal.



En muchos de los sillares de la cabecera pueden apreciarse aún las marcas de los canteros que trabajaron en esta parte del edificio.

Delante de la cabecera se sitúa el transepto o nave transversal, observable en altura pero no en planta. Sus cubiertas originales fueron reemplazadas en la reforma del siglo XV por las actuales bóvedas de terceletes en los brazos y estrellada en el crucero. 



Los nervios de la bóveda del crucero apoyan en cuatro ménsulas decoradas con los símbolos de los cuatro evangelistas o Tetramorfos. Así identificamos al león y al águila del lado del presbiterio y al toro y al ángel en el lado de la nave.



Estas ménsulas forman parte, junto a los capiteles y claves, del conjunto escultórico que decora la cabecera. Allí aparece un variado repertorio iconográfico donde se mezclan motivos románicos como grifos y arpías con formas vegetales ligeramente posteriores. Temas heráldicos y rostros humanos completan el conjunto que, aunque comparte algunos diseños con ellos, presenta una calidad inferior a la de los capiteles de la sala capitular donde continúa la visita.





FOTOGRAFÍAS: ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL MONASTERIO DE SANTA CRUZ DE LA ZARZA





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